Lávame

Es común escuchar entre los miembros de iglesia quejarse porque el pastor no ha hecho tal o cual cosa, sobre todo cuando se trata de la actividad misionera.  Generalmente se asume, por una cosa de tradición, que el pastor es quien debe realizar gran parte de esa tarea.

En ese contexto, este malestar ha llegado a extremos tan increíbles que son no pocos los que van a las oficinas del campo correspondiente para hacer un reclamo formal por la ausencia reiterada del pastor, pensando que de esa forma están poniendo coto al problema y entonces ahora el pastor se pondrá a trabajar y por ende, la iglesia también lo hará.

Siguiendo ese pensamiento, podríamos concluir que las iglesias funcionan activamente únicamente con la presencia continua del pastor. Sin él los planes se detienen hasta la próxima visita pastoral la que puede ser en un lapso de varias semanas o incluso meses.

Creo que está mal comprendida la real función del pastor por un número importante de miembros de iglesia.

Me gusta el fútbol en especial Colo Colo, me considero hincha del equipo, tengo mi bufanda y cintillos del equipo y una de las cosas que me gusta observar cuando voy al estadio, es la distribución de los jugadores. Pongo mucha atención en lo que hacen los defensas de Colo Colo cuando sus medio-campistas y delanteros están atacando.

En ese momento la pelota se encuentra en terreno del equipo contrario y los defensas colocolinos, por algunos momentos, no tienen mucho que hacer, pero su actitud sigue siendo la de permanente concentración y alerta respecto de lo que está sucediendo en el partido. Siguen las jugadas e intentan anticiparse a las posibles posiciones que utilicen los delanteros del equipo contrario en caso de que ataquen.

Todo esto sucede mientras la pelota está a más de 50 metros de ellos.  Nunca se les ve conversando sobre lo que van a hacer después del partido o que les pareció la película de la noche anterior.

Antes que todo, para jugar fútbol se necesita un balón.  El pedido de las iglesias es la presencia del pastor. No es mi intención comparar al pastor con un balón, pero ambos cumplen un rol fundamental en sus respectivos campos de acción.

Se puede dar el caso que durante un tiempo prolongado, el pastor de la iglesia no asista, tal como sucedía en la mía, pero eso no es excusa para que la iglesia deje de realizar las actividades planificadas, ni que siga planificando. Algunos departamentos podrían estar por un tiempo con poca actividad, pero eso no significa que deban bajar la cortina y poner un letrero, “cerrado  temporalmente”. Al igual que los defensas, deben pensar en las posibilidades futuras de cualquier movimiento, deben anticiparse a ellas y estar preparados para enfrentarlas, porque esas posibilidades de acción vendrán.

A los directores de departamentos de la iglesia local no los eligieron para que programen un par de actividades especiales durante el año, tengan algunas predicaciones aisladas y nada más. Si eso sucede reiteradamente en tu iglesia, tienes dos alternativas, lo cierras ó lo reestructuras, porque el departamento no está cumpliendo su objetivo de existir.

Siguiendo con Colo Colo, el Director Técnico (DT) es el responsable por el sistema de juego del equipo, utilizando términos futbolísticos, es responsable de “como se para el equipo en la cancha” y para haber llegado a la conclusión de que esa y no otra es la mejor estrategia de juego, fue necesario, junto a su equipo asesor, conocer al equipo contrario, analizar su tipo de juego y jugadores, ver el tipo de jugadores que se tiene para planificar la estrategia más adecuada, practicarla y mejorarla en las prácticas.

Sin embargo, un aspecto muy interesante es que el día del partido, quienes entran a la cancha son 11 personas, quedando afuera el DT.

Gran paradoja, el responsable del estilo de juego del equipo….no juega.

Y por supuesto que no juega, porque no es esa su función. A él lo contrataron para dirigir, no para jugar. Desde afuera de la cancha el DT tiene que ir ordenando las piezas para llevar a cabo las estrategias ya practicadas y si fuera necesario, modificar algunas en el momento. El juega su propio partido fuera de la cancha.

El pastor tiene un trabajo muy parecido al de un DT.  Está en la iglesia para dirigir, para “administrar justicia” como Moisés, está para planificar estrategias de evangelismo con su equipo asesor que es la Junta de Iglesia y luego llevarlas a la práctica, pero la mayoría de las veces, aunque suene extraño o no nos guste, el pastor no jugará, porque esa no es su principal función.

Una vez que el equipo está en la cancha, hay un jugador designado por sus compañeros al que llaman Capitán. El es el responsable del equipo. Si hay que reclamar algún cobro, animar o retar a algún compañero, discutir con el árbitro o cualquier cosa que suceda dentro de la cancha, el Capitán es el representante del equipo en la cancha.

Entonces ahora tenemos dos personajes importantes, el DT del equipo y el Capitán del equipo. Cada uno tiene funciones diferentes, tienen fronteras dentro de las cuales deben realizar su tarea, tienen tiempos definidos pero ambos son miembros del mismo equipo.

Las iglesias pueden encontrar la figura de Capitán del equipo en el 1er Anciano. Todo lo que se hace y deja de hacer en la iglesia, es en gran medida decidido por la Junta de Iglesia y la cabeza visible de ese grupo es el 1er Anciano, por eso también tiene gran responsabilidad sobre la salud de su congregación. Mientras más alta investidura tenga uno, no solo tendrá más trabajo, sino que más responsabilidad y  por tanto más se le exigirá.

El pastor está para buscar solución a problemas, entregar consuelo y provocar alegría, está ahí para cuidar del rebaño y anticiparse a los cambios del medio, pero dejemos claro que él nunca va a hacer la parte que le corresponde a la membresía, ni a la junta de iglesia ni al 1er Anciano de la iglesia.

El entrenador no puede ser entrenador y capitán a la vez. El pastor no puede ser pastor y 1er Anciano de iglesia al mismo tiempo.

Entonces podemos concluir que aunque el pastor es el líder del grupo religioso, no es quien debe realizar toda la tarea. Es más, hay tareas que nunca va a hacer porque son de exclusiva responsabilidad de los miembros.

Pensando en esto, recordé lo que leí en Venezuela mientras manejaba detrás de una camioneta la cual estaba completamente sucia con tierra y barro, parecía que venía de una carrera de Jeep Fun Race. Entonces, alguien muy ingenioso le escribió en el vidrio de atrás:

“Dios hace milagros pero no lava carros…lávame”

Me quedó dando vueltas una idea que recogí de un folleto de escuela sabática donde se decía que Dios nunca hará por nosotros lo que nosotros podemos hacer por nosotros mismos. Parece que en Venezuela alguien también piensa así.

Dios hace milagros, sí, impresionantes milagros, muchos milagros, a cada momento y en todos los rincones del mundo sin acepción de personas, género, raza, idioma, cultura, condición social, denominación religiosa o filosófica, pero no lava carros.

Posiblemente al leer el título de este capítulo lo asociaste a la petición que le hacemos diariamente a Dios: que lave nuestros pecados. Pero al darte cuenta de que esta vez no se trata de una petición que hacemos sino una que nos hacen, quiero provocar en ti que mires a tu iglesia con más dedicación y escuches su llamado: Lávame…Atiéndeme. Cúidame.

Dios puede regalarnos un carro, pero el cuidado, limpieza y mantención es responsabilidad nuestra. Dios puede permitirnos participar en una activa iglesia, pero lograr que siga así o mejor aún, es nuestra responsabilidad, no sólo del pastor.

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